Fran Perea

«Mi ilusión, mi pasión y el hambre de hacer cosas siguen intactas»

Emprendedor, proactivo e inquieto. Así es Fran Perea, siempre en continuo estado de aprendizaje y superación. Sus grandes pasiones son el teatro y la música, y en los últimos años hemos podido disfrutar de su profesionalidad también fuera de los escenarios como director, productor y empresario en el sector cultural.

Fiel con sus principios e ideas, Fran Perea se caracteriza por su compromiso total en los trabajos en los que participa. Su profesión es su pasión, pero cuando tiene unos días libres, en lo único que piensa es en estar con su gente y disfrutar de los pequeños momentos con ellos. Su escaso tiempo de ocio lo invierte en el consumo de cultura: literatura, música, teatro y cine…  fuentes de inspiración para una mente inquieta e incansable como la suya. Todos los que le conocen personal y profesionalmente destacan de él su carácter proactivo en cada uno de los proyectos en los que colabora. Si las ofertas no llegan, él se encarga de crearlas y desarrollarlas.

Viaja la palabra es un disco basado en la palabra, en cómo las palabras nos ayudan a poner nombre a lo que nos ocurre

¿Fran Perea desde siempre quiso ser actor y músico?

Desde muy joven, sí. Empecé a tener mis grupos de música en el instituto y a los quince años también empecé a estudiar teatro en una escuela de teatro de Málaga… Me gustaba mucho. A esas edades, supongo que no tienes muy claro lo que quieres hacer en la vida, pero sí que veía que todo ese mundo me interesaba y que a la larga quería seguir haciéndolo.

¿Qué queda de aquel joven que vino de Málaga a Madrid para ser actor?

Todo lo que era, sumando todo lo que he aprendido en estos veinte años que llevo en la capital. La ilusión, la pasión y el hambre de hacer cosas siguen intactas.

 

¿Cómo recuerda aquellos inicios de múltiples castings para spots de publicidad, cortos y series hasta que logró un papel protagonista en Al salir de clase?

De aquella época recuerdo mucha incertidumbre. Mis padres me ayudaban económicamente en mis inicios en Madrid y yo quería que me saliera trabajo pronto. Al mismo tiempo, necesitaba coger tablas, entrenar delante de la cámara. Esos cortos y castings me ayudaron mucho para estar en forma cuando llegó la oportunidad de entrar en la mítica serie Al salir de clase.

Sin duda, Los Serrano marcó un antes y un después en su trayectoria profesional. Casi 20 años después, seguro que le siguen parando por la calle y recordando a Marcos. ¿Cómo se consigue mantener los pies en la tierra con un éxito tan arrollador?

Cuando te está ocurriendo, casi no te da tiempo a asimilarlo y todo te supera, la verdad. Todo el mundo a tu alrededor cambia la percepción que tiene de ti y tú intentas aferrarte a tu gente y tus costumbres para no volverte loco. Con el tiempo, lo vas colocando en su sitio. Años después, me alegro mucho de haber formado parte de una serie que marcó a toda una generación.

La necesidad me empujó desde muy joven a tener una visión global de nuestro trabajo

Uno más uno son siete, la canción principal de la serie, escrita por usted, le dio la oportunidad de dar a conocer su faceta de cantante.

Bueno, la canción no está escrita por mí, yo solo la interpretaba. Y sí, fue el pistoletazo de salida del proyecto musical que acompañaba a la serie. Toda una experiencia.

Dos décadas después se define como actor, músico y empresario, tres facetas que se han convertido en sus grandes pasiones. Quizá la de empresario es la faceta más desconocida por el público. ¿Cómo surge la idea de embarcarse en la aventura de emprender?

Imagino que a través de la necesidad. Cuando yo empecé a hacer teatro en Málaga, tenías que hacer de todo: cerrar el bolo, hacer la carga, picar los focos, actuar, hacer los pagos… Así que la necesidad me empujó desde muy joven a tener una visión global de nuestro trabajo. Y me gusta. Me gusta cómo se va armando todo para que, al final, el espectador disfrute del resultado y los trabajadores podamos tener unas condiciones mínimas.

Sus primeros pasos como empresario fue con la creación del sello discográfico Sinfonía en No Bemol para autoproducir su primer disco auténticamente suyo, Viejos Conocidos. Según sus propias palabras, le permitió salvaguardar su libertad creativa…

Sí, tras la experiencia de Los Serrano y los discos que acompañaron el proyecto, necesitaba trabajar desde otro lugar, de forma más independiente. Ese fue el germen del sello. Luego lo tuve en barbecho un tiempo y lo

recuperé en 2018 para producir ‘Viaja la Palabra’ con el propósito de darle continuidad. Así ha sido, y a final de 2020 he publicado un nuevo trabajo musical bajo el título ‘Canciones para salvarme’.

En los tres últimos años he dirigido tres funciones de teatro y un corto

Háblenos de su trabajo como productor teatral con la Compañía Feelgood Teatro.

Feelgood Teatro nació con el objetivo de no tener que esperar a que nos llamaran para hacer el teatro que queríamos hacer. Con el tiempo, fuimos diversificando y ahora producimos otras cosas, además de teatro. Somos tres socios mayoritarios y un grupo de amigos que quisieron apoyar el proyecto en su día. Nos repartimos el trabajo de producción de las diferentes cosas que llevamos a cabo, con lo que a mí me toca llevar la producción de algunos de los proyectos: idearlos, ponerlos sobre papel, hacer los números, buscar la financiación, etc.

8bis.- ¿Tienen ahora algún espectáculo en marcha?

Actualmente, tenemos dos obras en gira, ‘Mitad del mundo’, de Pablo Díaz Morilla, dirigida por mí, que se podrá ver en el Real Coliseo de El Escorial el 27 de marzo (Día Mundial del Teatro) y ‘El ciclista utópico’, de Alberto de Casso, que hará temporada en Madrid en el teatro Galileo en abril. Esta última está dirigida por Yayo Cáceres y Fernando Soto y yo somos los protagonistas.

¿Cómo es el proceso de elegir las piezas teatrales?

Vamos leyendo textos a cada poco. Tenemos una carpeta compartida en la nube y ahí vamos subiendo textos para leerlos y ver si pueden ser interesantes para producir.

¿Qué le llevo en 2015 a involucrarse en la recuperación de los Cines Luchana de Madrid y su reconversión en Teatros Luchana…?

Siempre había soñado con participar en un proyecto así… Y casi por casualidad, me vi teniendo la oportunidad de hacerlo. Fue una inversión muy fuerte y los dos primeros años nos costó mucho introducirnos en el mercado de las artes escénicas de Madrid. Hoy por hoy es un proyecto solvente que nos da muchas alegrías. Ahora, hemos empezado a gestionar también el Teatro Galileo de Madrid. Sumando, poco a poco…

Si tuviera que dar tres consejos a personas que estén pensando en emprender, ¿qué les diría?

Es muy difícil dar consejos, porque cada caso es diferente. No suelo hacerlo. Pero, sí que le diría algo a tener en cuenta: en las industrias culturales la inversión suele ser muy fuerte para una amortización muy, muy lenta, así que, si inviertes, ten en cuenta que ese dinero puede que no lo recuperes o lo recuperes a muy largo plazo.

Otro de sus sueños fue poder dirigir por partida doble: una obra de teatro y otro de cine. ¿Qué fue lo más difícil de ponerse al otro lado?

Sí. Bueno, llevaba mucho tiempo deseando dirigir, así que lo cogí con muchas ganas. En estos tres últimos años he tenido la suerte de dirigir cuatro funciones de teatro y un corto. Experiencias todas ellas maravillosas. He disfrutado mucho…

¿Piensa repetir?

Sí, he vuelto a dirigir en teatro, esta vez un montaje transmedia para el Teatro de la Abadía de Madrid, llamado Los últimos, de Carlos Zamarriego con Ángel Velasco como protagonista. La obra tiene un doble formato: para streaming, que se puede ver en el ciclo #TeatroConfinado del Teatro de La Abadía, y para sala, que estamos ahora preparando. Y seguro que habrá más proyectos en el futuro inmediato…

Durante 2018 y 2019 ha vivido grandes emociones, a nivel nacional e internacional, gracias a Viaja la palabra, que fue el pistoletazo para retomar su carrera musical. ¿La propuesta escénica, musical y audiovisual perdura en Canciones para salvarme?

Canciones para salvarme sigue la misma propuesta de proyecto multidisciplinar que quiero para mi música. La base de todos son mis canciones, la letra, la melodía… Pero luego he apostado por una fuerte presencia de la parte de diseño, toda la parte gráfica junto a Koi Samsa en la parte estética de todo el trabajo y Marcus Carus en los materiales audiovisuales y en el directo, donde él dibuja mientras tocamos. Marcus ha dirigido el primer videoclip del disco y todos los videos que han acompañado al proyecto. Están todos disponibles en mi canal de YouTube. En cuanto al directo, a pesar de este momento tan complejo que estamos viviendo, estoy haciendo algunos conciertos y tengo algunas fechas de gira cerradas en Madrid, Córdoba, Jaén, Mijas y se seguirán sumando: hay que seguir en la batalla de la Cultura.

En 2019, regresó al anfiteatro de Mérida para interpretar a Prometeo joven en el Prometeo de Esquilo. ¿Cómo fue de dar vida a ese personaje en un lugar tan mágico?

Fue otro viaje especial. Luis García Montero hizo una versión de Prometeo que te ponía los pelos de punta… Poder hacer esos textos en lugares como el Teatro de Mérida es una suerte. Siempre que actúo allí me sobrecoge. Tengo suerte de poder compartir este tipo de experiencias con el público y con equipos tan estupendos como el que se formó en esta ocasión. Ahora, con lo estamos viviendo, esto se valora aún más.

Quizá poca gente sepa que es bastante conocido en Finlandia…

Bueno, hay que guardarse ases en la manga, jajaja,…

Cuéntenos los próximos proyectos que tiene en mente.

Pues, de momento, la situación tan compleja que atravesamos en general y en el mundo de la Cultura en particular, hace que sea más difícil planificar. Confiemos en que pronto veamos todos la luz y la gente vuelva con entusiasmo al cine, al teatro, a los conciertos. Como decía, mi idea es seguir con la música, por supuesto y también con teatro. En abril estrenamos con Feelgood Teatro en Madrid El ciclista utópico, una peculiar comedia de la mano de Yayo Cáceres y en mayo empiezo de nuevo a hacer conciertos. Además, estoy a la espera de que se anuncie el estreno de la segunda temporada de El Vecino en Netflix, en cuya grabación participé justo al salir del confinamiento.

EN EL PUNTO DE VISTA DE…

Cuando está encima de un escenario,

¿cómo ve el mundo?

Imprevisible. Cada día viene un tipo de público diferente, que respira de manera diferente… Eso es lo bueno de lo que hacemos, que repetimos cada día, pero cada día es distinto.

¿Cómo influye la mirada en

la interpretación de un personaje?

Es fundamental. Es lo que nos permite estar en contacto con el otro. Con nuestros compañeros de escena y con el público. También es la manera de mantenerte en alerta…

¿Su mirada es el reflejo de su alma?

Sí, la verdad es que se me suele notar todo en la mirada.

¿Ha tenido algún problema de

visión del que hayas sido tratado?

Bueno, un poco de hipermetropía y astigmatismo. Tengo gafas para aquellas cosas en las que tengo que fijar mucho rato la vista.

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